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Ser futurólogo es tener la capacidad, no de imaginar el futuro de las cosas sin sentido, sino de hacerlo con bases que sustenten la posibilidad de que eso que estamos diciendo puede, bajo ciertas circunstancias, ser una realidad.
El mundo de la tecnología es el que, por obvias razones, tiene más futurólogos y muchas veces las tecnologías que se logran se deben a la inspiración en la ciencia ficción.
De esta manera creo que se han hecho realidad muchas de las cosas que hemos visto en películas y series: primero, por la inspiración que generan en quienes logran construir esos gadgets y, segundo, porque esa “ocurrencia” de ciencia ficción tiene un sustento científico previamente consultado.
Las pantallas y cómo interactuamos con ellas es uno de los elementos que más hemos visto conceptualizados en las películas o videos de las mismas empresas vislumbrando el futuro. Y, sin duda, aquellas que se pueden doblar y ser transparentes son el top de dicha idealización tecnológica.
Las transparentes ya llevan un tiempo en el mercado. Tal vez no son utilizadas como en el filme de Steven Spielberg, Minority Report, pero sí es algo que vemos ya en centros comerciales, supermercados y muchos otros lugares, como parte de campañas publicitarias o en refrigeradores en los cuales sus puertas son esas pantallas que complementa la experiencia de compra con animaciones o videos.
Faltaban las flexibles, pero ya no.
Hace una semana la compañía casi desconocida, Royole, lanzó el primer teléfono con una pantalla que se dobla llamado FlexPai. La pantalla mide 7.8 pulgadas y puede doblarse para hacerse del tamaño casi estándar de los teléfonos premium de hoy en día para ser un dos en uno entre smartphone y tablet.
Según la compañía, la pantalla puede tener una vida de hasta 200 mil dobleces sin dañarse, cuesta poco más de mil dólares y es un producto que está ya a la venta.
Por otro lado, Samsung confirmó durante su conferencia de desarrolladores en San Francisco, la producción masiva de lo que llamaron Infinity Flex Display, un smartphone compacto que se despliega y ofrece una pantalla más grande logrando, según la compañía, “una experiencia más envolvente”.
Samsung no lo ha puesto a la venta; solo lo mostró a los desarrolladores para que antes de poner un producto en el mercado existan elementos y aplicaciones que le den al usuario una experiencia realmente distinta en una pantalla flexible que nunca ha estado en las manos del consumidor.
Esa puede ser la diferencia entre el éxito o el fracaso de una tecnología, pues muchas veces las compañías, por querer ser los primeros, lanzan alguna innovación sin objetivo claro a largo plazo o una utilidad práctica, creando un gadget que solo funciona en concepto, pero no en la práctica.
Las pantallas flexibles ya llegaron y el próximo año muy probablemente veremos a las compañías más importantes de tecnología lanzar algún producto haciendo uso de ellas. Ojalá los inventores del software nos sorprendan con usos muy creativos para que esta tecnología de ciencia ficción se convierta en una realidad con sentido y no en una mera ocurrencia.
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Twitter: @santillanes
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