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Científicos ya pueden ver la ansiedad y la depresión al monitorear señales eléctricas en el cerebro, las cuales pueden permitirles diagnosticar y tratar mejor los desórdenes relacionados psicológicos. Se cree que ambas condiciones son mal diagnosticadas y nuestros métodos para detectarlas son altamente subjetivos.
Sin el diagnóstico exacto, los pacientes son abandonados a su suerte ante las interpretaciones de síntomas por parte de sus doctores, siendo sobremedicados y encontrándose en una búsqueda imparable del fármaco correcto.
Científicos de la Universidad de California en San Francisco piensan que su nuevo método, que consiste en usar electrodos para rastrear constantemente las señales cerebrales, podría algún día cambiar esto, luego de identificar exitosamente la ansiedad en un pequeño estudio con 21 pacientes con epilepsia.
El nuevo método podría algún día permitir a los doctores usar la estimulación cerebral profunda para tratar los trastornos del estado de ánimo en una forma similar a la de los pacientes con Parkinson.
Si se sospecha que existe depresión o ansiedad crónica, es posible que te sea entregada una encuesta sobre cómo te has sentido y tu doctor podría simplemente darte una charla sobre ello.
En otras palabras, antes de que obtengas respuestas, deberás contestar más preguntas que por sí solas ya son más confusas y ambiguas antes de ser diagnosticado con uno de los desórdenes del ánimo más comunes en el mundo. Incluso pueden pasar años antes de que lleguen a ti las preguntas que pueden ayudarte a ser diagnosticado.
La detección precisa y consistente es fundamental, y si bien hay ciertas técnicas experimentales, ninguna se ha implementado ampliamente.
Ahora, los investigadores de la Universidad de California, San Francisco (UCSF) parecen tener resultados favorables para lograr un diagnóstico temprano.
En su estudio, decidieron monitorear los cerebros de 21 pacientes con epilepsia para determinar la actividad que podría estar relacionada con la ansiedad y depresión.
Otros estudios han utilizado exploraciones funcionales de imágenes por resonancia magnética (IRM) para monitorear la actividad cerebral durante un par de horas mientras que el paciente se encuentra acostado en el escáner.
Sin embargo las resonancias magnéticas no miden las señales cerebrales directamente y es poco probable que con tan poco tiempo los científicos puedan establecer una base para los cambios en la actividad y el estado de ánimo en tan poco tiempo.
Por el contrario, los estudios mediante electrodos de una electroencefalografía (EEG) miden directamente la actividad eléctrica en el cerebro. El principal inconveniente con los EEG es que los electrodos deben ser colocados en las cabezas de los pacientes y a su vez ser monitoreados lo cual resulta ser inconveniente, ya que los electrodos son colocados entre el cráneo y el cerebro.
Para el nuevo estudio, los investigadores de la UCSF tenían a su disposición a un grupo de 21 pacientes con epilepsia que serían sometidos a cirugía cerebral para localizar y difundir las causas de sus convulsiones.
Para la cirugía, tenían que tener electrodos colocados dentro del cráneo, por lo que los investigadores de la UCSF decidieron monitorearlos para detectar convulsiones y actividad cerebral relacionada con el estado de ánimo.
Varios de los pacientes informaron que a veces luchaban con ansiedad o depresión.
Los trastornos del estado de ánimo y la epilepsia comparten un patrón subyacente en común. En ambas condiciones, el sistema de comunicación del cerebro se vuelve un poco caótico.
De hecho, en algunos pacientes con epilepsia, los síntomas de depresión pueden ser una de las señales de advertencia de que se avecina un episodio. Sin embargo eso no quiere decir que las mismas regiones del cerebro siempre estén involucradas en la epilepsia y la depresión o la ansiedad.
Los investigadores de la UCSF mantuvieron entre 40 y 70 electrodos en las cabezas de sus pacientes durante siete a diez días, realizando un seguimiento continuo de las ondas cerebrales que emiten señales cuando las regiones del cerebro están hablando entre sí, y la intensidad de esta comunicación.
“Nos sorprendió encontrar una señal clara y concisa, formada de interacciones entre la amígdala y el hipocampo a una frecuencia específica, que se correspondía con los cambios en el estado de ánimo de estos 13 pacientes”, dijo el Dr. Vikaas Sohal, autor del estudio. “Este estudio demostró que existe una red natural que parece predecir constantemente los cambios en el estado de ánimo en la mayoría de los sujetos”.
Los pacientes que reportaron ansiedad o depresión, antes de colocar los electrodos, mostraron un patrón de señales cerebrales en cuanto al “cambio de humor”.
“Estamos entusiasmados de descubrir cómo la comunicación entre la amígdala y el hipocampo contribuye al procesamiento emocional y cómo esta señal se correlaciona con los cambios en el estado de ánimo de las personas”, comentó el Dr. Edward Chang, coautor de la investigación.
Sin embargo, este primer estudio fue muy pequeño y solo 13 personas mostraron la actividad eléctrica que, según los científicos, indicaba los cambios en el estado de ánimo.
Se necesitarán estudios mucho más amplios para confirmar el método, que por el momento es bastante invasivo. No obstante, si se puede verificar y simplificar, el sistema de EEG puede informar a los pacientes de una vez por todas si sus cerebros se están comportando como deberían o no.
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