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El presidente electo de Brasil, Jair Bolsonaro, afirmó este miércoles que nadie puede “salvar” a Brasil de la crisis sin contar con el apoyo de los demás poderes.
“Ninguna persona en solitario va a salvar nuestra patria; se necesita un equipo, la unión de autoridades, junto con el pueblo, para ofrecer alternativas que permitan a Brasil ocupar el lugar destacado que merece en el escenario global”, afirmó Bolsonaro, que gobernará Brasil durante los próximos cuatro años a partir del 1º de enero.
El excapitán del Ejército se reunió con el comandante de la Aeronáutica y con el presidente del Supremo Tribunal Federal (STF), Dias Toffoli.
Junto al jefe de la máxima corte del país, defendió la armonía e independencia entre poderes y aseguró que tendrá un diálogo fluido con el STF durante su gobierno.
Su equipo ha empezado a revelar los primeros nombres de su gabinete, así como algunos proyectos de gobierno en materia económica, diplomática y ambiental, aunque restan muchas incertidumbres.
Ya nombró a cinco ministros (jefe de Gabinete, Economía, Seguridad Institucional, Ciencia y Justicia) y se esperan otras definiciones en los próximos días.
Interrogado la víspera sobre si alguna mujer comandaría uno de sus ministerios, dijo que “seguramente”, aunque minimizó la importancia de la representatividad de género y racial en el poder.
Y este miércoles reiteró su postura: “No estoy preocupado con el color de piel, sexo o sexualidad de quien está en mi equipo, sino con la misión de que Brasil crezca, de combatir el crimen organizado y la corrupción”, tuiteó.
Hasta este martes, no había ninguna mujer entre los 27 especialistas nombrados para asesorar al gobierno en el período de transición, entre los cuales predominan los economistas y militares.
Pero después de sufrir cuestionamientos, asesores de comunicación del proceso de transición informaron a periodistas que al menos cuatro mujeres, tres militares y una economista, también colaborarán con el futuro gobierno.
Bolsonaro tiene por delante el desafío de reactivar la economía brasileña, después de dos años de recesión y dos de tímido crecimiento, y de reducir los índices alarmantes de violencia, especialmente de homicidios; y todo esto con un programa de reducción del gasto público, mediante privatizaciones y una reforma del régimen de jubilaciones.
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