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El programa de compra de activos del BCE finaliza en enero y los mercados comienzan a sentirse ansiosos, por temor a que la liquidez de los últimos cuatro años se evapore. El presidente de la institución aseguró de forma activa y pasiva que el final de las compras no debe considerarse un trauma. Mario Draghi señaló ayer que "la política monetaria seguirá siendo muy complaciente".
Las tasas de interés continuarán en su mínimo histórico hasta la segunda mitad del año. Pero esa no es la única razón por la que los inversores deben mantener la calma. El hecho de que el BCE deje de comprar deuda no significa que su intervención en el mercado haya desaparecido. La institución continuará inyectando dinero en el sistema a través de la reinversión de vencimientos de deuda, una estrategia aplicada desde marzo de 2017.
Los últimos datos del BCE estiman en 180,864 millones el número de plazos hasta septiembre de 2019. Si a esto le sumamos los 30,000 millones que se comprarán hasta el final de En el año, Mario Draghi aún mantiene en la sala una munición de 210 864 millones para insuflar el sistema.
La mayoría de estos vencimientos corresponden a la deuda pública. Más precisamente, alrededor de 143,341 millones de euros, una cantidad incalculable si se tiene en cuenta el hecho de que desde el lanzamiento del QE en marzo de 2015, la institución ha adquirido 2,4 billones de obligaciones. Soberanos e instituciones supranacionales como el ICO. En cuanto a la deuda corporativa, la agencia enfrentará plazos de 6.339 millones de euros, frente a los 172.656 que retiene. Los restantes 31,184 millones de vencimientos son titulizaciones (8,002) y certificados (23,182 millones).
Una vez que el problema de liquidez se ha eliminado, la atención se centra ahora en la metodología a seguir en el proceso de reinversión. Hasta ahora, el programa de compras se regía por el peso de cada país en la entidad, una regla obtenida según la población y el PIB. De acuerdo con esto, el 25,6% de las compras realizadas por el BCE corresponden a deuda alemana, frente al 12,5% reservado para los activos españoles.
En enero, el BCE tendrá que elegir los criterios a aplicar. El problema es que antes de finales de 2018, la institución debe actualizar el peso de cada país en la capital, una revisión cada cinco años. Según las estimaciones de las compañías de análisis, la actualización conducirá a un aumento del peso de Alemania en detrimento de los países periféricos, siendo Italia y España los grandes perdedores.
Los analistas de Bank of America Merrill Lynch esperan que a partir del próximo enero, el peso de España caerá a 12.3% y el de Italia a 17.3%, contra 17.5% que mantuvo. desde 2015. Por su parte, Alemania incrementaría su presencia hasta el 27,1%. Transferido en cantidad, el BCE reduciría la cartera de Italia en 30 000 millones y la de España en 22 000.
Esto coincide con un momento en que la confrontación entre Roma y Bruselas está creciendo día a día debido a los presupuestos. La deuda de Italia a 10 años aumentó a 3.5% el mes pasado y la prima de riesgo supera los 300 puntos. En medio de esta agitación, el país Transalpino se enfrentará a un vencimiento de 282,292 millones de euros en 2019, según los cálculos de Bloomberg.
Para evitar la turbulencia en los mercados, en un momento en que la volatilidad ha aumentado considerablemente, los expertos están considerando la posibilidad de que el BCE decida aplicar los nuevos códigos de capital "solo al stock de bonos de Frankfurt". Es decir, es solo la parte de riesgo compartido de las compras de deuda pública. Con esto, la reducción de la cartera de España e Italia se limitaría a 2.000 o 3.000 millones de euros. Otra cuestión que debe resolverse es si se mantiene la prioridad de reinvertir los plazos en el mismo mes o, a más tardar, en los meses siguientes, así como el principio de competencia. Este último se refiere al hecho de que la nacionalidad de los bonos vencidos es la misma que la de las reinversiones realizadas.
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