El próximo gobierno y un nuevo ajuste fiscal



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Gane quien gane, el próximo gobierno tendrá que hacer un nuevo ajuste fiscal. Llamemosle como mar. Adecuación, consolidación. Subir los impuestos y las tarifas, bajar el gasto, o el camino más probable, una combinación de medidas en ambos sentidos. Lo que aspira a ocupar la nueva administración debe ser el objetivo de los errores del gobierno actual y no repetirlos desde la campaña. Es una característica que deberá tener el próximo presidente es la habilidad para negociar. Con suyos y ajenos. Porque un ajuste fiscal entre algodones, sin perdedores, es una solución que solo puede funcionar en un discurso de campaña.

Uruguay mantiene problemas fiscales que se originan en su administración, mientras que los propios tribunales de solución están comprometidos con los últimos años. Un déficit fiscal del 3,9% del PIB, que pesa sobre lo que se proyecta entregarlo el próximo año en 2,8%, los analistas privados anticipados que estarán en 4%, es un problema para una economía como la uruguaya.
No es una crisis fiscal. Desde aquí hasta 2020, Uruguay va a perder el grado inversor con un déficit de esta magnitud. Sin embargo, la campaña electoral y los primeros meses del nuevo gobierno.

Los errores del gobierno

Tabaré Vázquez asumió su gobierno con un déficit fiscal del 3,5%. La administración tiene un fuerte énfasis en la "consolidación fiscal" y ajusta los resultados, pero se concentró en un aumento de los ingresos. No hubo reducción del gasto. Por el contrario, el gasto y el problema han ido creciendo. El gobierno fue juzgado por el hecho de que el crecimiento económico iba a licuar los problemas fiscales, pero la economía se quemó y el peligro del gobierno terminó con un agujero fiscal más grande que en 2014.
¿El gobierno subestimó el problema de las cuentas públicas? Basta Meal Discursos del ministro de Economía, Danilo Astori, y del propio presidente, al inicio de su gestión para entender no. El problema es que, por un lado, la estrategia equivocada, por otro, no tuvo la voluntad política ni la capacidad negociadora para generar los acuerdos que nos permitan enfrentar problemas fiscales.

https://www.elobservador.com.uy/nota/el-proximo-gobierno-va-camino-a-estrenarse-con-un-ajuste-fiscal–20189105050

Es fácil caminar en una campaña. Tanto es así, que el gobierno actual se cargó de una mochila demasiado pesada en la última contienda. Y eso implicó un incremento del gasto en pos de cumplir -o intuición para cumplir- con compromisos en áreas como la educación, la salud o la seguridad.

Cuando se analizó el programa del Frente Amplio en 2014, el número no cerraban. Vázquez y su equipo apostaron fuerte. Las promesas juntan votos y pueden ganar una elección. No cumplirlas implica un costo y la fuerza educada en el gobierno está pagando hoy el costo de faltar sabía que era necesario someterse a impuestos, que no tenían objetivos demasiado ambiciosos en materia de inversión, seguridad y educación.

La próxima administración

El próximo gobierno debe cuidarse de no caer en los mismos errores que la administración actual. Una solución política con la voluntad de gobernar no solo necesita reconocer los problemas del país, también mostrarse como la mejor alternativa, con soluciones para los problemas creíbles y aplicables.

El tentáculo se resuelve fácilmente, razonablemente en una conferencia superficial, efectistas, aunque ineficaces cuando s'las mira in detail. Y el tentáculo es grande. En la campaña se escuchan porque estas están escuchando plantas de ajuste que pasan por recetas de gasto. Horror de la productividad del Estado. Dice que hay un exceso de funcionarios públicos y una partida de gasto operativo que fácilmente podría ser una fuente de ahorro.
Pero poco fue hackeado de las playas de gasto que realiza mueven la aguja. El auo del déficit que está relacionado con el sistema de previsión es principalmente vinculado al sistema previsional.

Modificar el régimen de jubilación será un desafío que irá al gobierno más cercano, no debería esquivar, ni a la solución, sino a surgir de un decreto. Las transformaciones que requieren el plan predictivo solo pueden deducirse de un largo proceso de negociación intrincado entre todo el sistema político. El resultado ya no es un día del día. Los cambios serán graduales y muchos uruguayos van a ver perjudicados.

El éxito del problema del tamaño del Estado. Reducir el número de empleados públicos es un problema si se maneja la estructura actual del Estado. No se puede refrescar conejar, más de 70 años de ingenio en el país del Frente Amplio dieron en áreas consideradas prioritarias por todos los partidos políticos.

El próximo gobierno deberá tomar prestada la difícil tarea de negociar una reforma del Estado que se convierta en un sistema político y no se pueda cumplir. Porque el cambio y la racionalización de la función pública implica tocar intereses de muchos. La inversión de capital político y de los gobernantes uruguayos se ha realizado por ser muy conservadores a la hora de poner su capital en proyectos de mediano y largo plazo.

Si no pasamos por las mismas etapas, podremos aprovechar al máximo nuestras necesidades urgentes, y la posición mejorará. A sufrir impuestos, aumentar tarifas, recortar exenciones. El próximo gobierno debe cumplir con las direcciones y evitar, por un lado, con las promesas excesivas y por otro, intentar soluciones facilitadas condenadas al fracaso.

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