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“Pongámonos del lado correcto. El fanatismo y el racismo están entre las más letales plagas sociales del mundo actual. Pero, a diferencia de los súpervillanos, no pueden ser detenidos con un golpe en la nariz o un rayo láser, la única forma de destruirlos es exhibirlos como los insidiosos que realmente son. Su ignorancia es un odio irracional —uno que odia ciegamente, fanáticamente, indiscriminadamente. Si su odio es contra los hombres negros, entonces odia a TODOS los hombres negros. Si un pelirrojo lo ofende, odia a TODOS los pelirrojos. Si un extranjero es mejor que él en un trabajo, el odia a TODOS los extranjeros. El racista odia a personas que nunca ha visto —gente que nunca ha conocido—con igual intensidad e igual veneno.
Ahora, no estamos diciendo que es poco razonable que un ser humano se sienta molesto con otro. Aunque todos tenemos el derecho de que nos desagrade un individuo, es totalmente irracional, evidentemente demente condenar a toda una raza, despreciar a una nación entera o maldecir a una religión por completo. Tarde o temprano, debemos aprender a juzgar a las personas por sus propios méritos. Tarde o temprano, si el hombre quiere ser merecedor de su destino, tenemos que llenar nuestros corazones con aceptación. Entonces, y solo entonces, seremos realmente merecedores del concepto de que el hombre ha sido creado a semejanza de Dios —un Dios que nos llama a todos sus hijos.
Paz y justicia, Stan”.
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