Dosis bestial de hechizos en “Fantastic Beasts: The Crimes of Grindelwald”



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“Fantastic Beasts: The Crimes of Grindelwald”, producción de Warner Brothers que estrena hoy en Puerto Rico, llega a los cines con el mismo maravilloso lienzo cinematográfico de la película anterior y con una dosis más espectacular y ambiciosa de efectos especiales diseñados para deslumbrar.

Aunque esto son buenas noticias, resulta extremadamente importante recalcar que el tono de este filme es bastante diferente a la primera oferta. Esto no es necesariamente algo negativo, pero la diferencia entre un filme y el otro es bastante marcada.

Si la película registró como una celebración nostálgica por el universo creado en las historias de Harry Potter, esta es un hechizo volátil y agridulce con preocupaciones sociopoliticas tangibles de que el clima mundial actual fuera de los cines nos lleve a repetir los momentos más nefastos de la humanidad. Ese mensaje disminuye un poco el lustre atractivo que viene con el entretenimiento escapista de la historia.

La explicación cínica fácil sería decir que la fórmula comercial establecida por el éxito de “The Empire Strikes Back” requiere que el segundo capítulo de una saga sea obligatoriamente mucho más oscuro y que termine con varias interrogantes dramáticas que dejan al espectador contando los segundos para que estrene el próximo filme.

Entre el bien y el mal

Sin embargo, sabiendo que los guiones de estas películas vienen directamente de J.K. Rowling, y no de un comité de productores en Warner Brothers, anula esta teoría por completo. Aún así no deja de ser curioso lo rápido que la escritora ha decidido complicar y desmantelar las relaciones principales que se establecieron y le dieron el núcleo emocional al filme anterior.

Todas las aventuras de Harry Potter lidiaron con choques entre el bien y el mal, pero la llegada al conflicto de vida o muerte con Voldermort fue algo gradual. Mientras más iban madurando los personajes, más se recrudecía el conflicto.

Al principio de esta película, Rowling da un brinco directo al escape del villano titular, interpretado por Johnny Depp y pone a todo su universo en riesgo. En este libreto nada es sagrado para Rowling, lo cual significa que ninguno de los personajes centrales está libre de peligro o de un destino trágico. Grindelwald es un mago desequilibrado que quiere usar su poder para establecer un orden social que coloca a los hechiceros de pura sangre en el tope y al resto subyugado a su voluntad. Aunque existen similitudes con Hitler o con cualquier otro líder político opresivo contemporáneo, la guionista se encarga de socavar esta alegoría y transformarla en algo más preocupante.

Lo otro que resulta importante resaltar de esta película es que sus sorpresas y los virajes más grandes de la trama dependen mucho más que el espectador esté completamente familiarizado con los detalles dedelineados en las aventuras de Harry Potter. La jornada de héroe de Newt Scamander en el filme anterior funcionaba de forma independiente y con algunas de las conexiones presentadas como bonos inesperados.

En esta película, el guion está mucho más enfocado en expandir esas conexiones que en trabajar las relaciones establecidas entre los protagonistas de la historia anterior. Desde la última vez que los vimos, la comunicación y el posible romance entre Newt y Tina ha sufrido par de percances y mientras menos sepan del status de la relación entre Jacob y Queenie mas le dolerá lo que Rowling ha preparado para ellos.

De la trama lo único que tiene que saber es que Albus Dumbledore (Jude Law) recluta a Newt Scamander (Eddie Redmayne) para que vaya a París a impedir que Grindelwald vuelva a conectar con Credence Barerbone (Ezra Miller), quien anda buscando claves de su pasado. Esta misión trae una reunión inesperada con Tina (Katherine Waterston), Jacob (Dan Fogler) y Queenie (Alison Sudol) que complica aún más las cosas.

Para los que disfrutaron del primer filme, todo lo que tiene que ver con Newt y sus animales fantásticos será lo más memorable. Y es precisamente en estas secuencias donde el director David Yates reafirma su talento para balancear el ancla emocional de la relación del protagonista con sus criaturas y lo espectacular de los efectos visuales.

Para los fanáticos obsesivos del universo mágico de Rowling, los detalles del joven Dumbledore y un regreso a los salones de Hogwarts los dejará formulando teorías de lo que va sucederá en los próximos tres filmes. Y esa precisamente es mi reservación más grande con esta película.

La prueba de fuego que sufren los protagonistas en esta película es tan intensa, que no estoy seguro de querer enterarme de lo que Rowling tiene planificado para ellos.



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